Leo, con cierto dolor, un artículo sobre un libro dónde se nos estigmatiza de generación tapón a los Baby Boomer (nacidos entre 1943 y 1963) como «culpables» de la actual situación política, social y económica…Podría estar de acuerdo, sólo en parte, de alguna de las responsabilidades de las que se nos acusa. Intentaré explicarme para “pixelar” mejor la foto que nos dedica el autor desde un punto de vista objetivo, intentando no traspasar la línea del equilibrio entre la visión racional y la emocional.

En mi anterior artículo, comentaba la importancia del entorno y cómo influye en nosotros. El contenido de mi análisis subraya la importancia del contexto vivido en dos generaciones (Baby boomer y X).

En mi caso, como baby boomer, nací en plena dictadura (1958) siendo mi entorno muy diferente al autor del libro (nacido en 1978, generación X) y mi percepción en estos 20 años de diferencia es abismal. La infancia es la etapa más importante de nuestra vida, dónde se generan patrones mentales derivados de la moral del momento (religión, costumbres, prejuicios, etc.). Recuerdo, entre otros despropósitos, la obligación de ir a misa diariamente, rezar el rosario, prohibirnos hablar en catalán, estudiar formación del espíritu nacional, honrar al dictador, aguantar sopapos y vejaciones de ciertos profesores. Un ejemplo, a mi amigo, Jorge G., le ataron la mano izquierda en el pupitre por ser zurdo quedando con disfemia (tartamudez). Algunos de mis coetáneos recuerdan su infancia en “blanco y negro”. Aunque la situación económica era poco mejor que la de los años 40, empecé a trabajar a los 14 años con autorización paterna, como muchos otros.

En mi colegio me descartaron después de un test de C.I. (absurdo e inconsistente) para poder continuar los estudios. Posteriormente, me pude vengar, desde el orgullo y cierto rencor acumulado, estudiando el bachiller en horario nocturno y accediendo posteriormente a la universidad, también como tantos otros.

Es en la adolescencia dónde tomas consciencia de las dificultades encontradas y enquistadas, revelándote e intentando romper con los esquemas mentales que el absurdo e irracional entorno te ha deparado, aprendiendo a reconducir los sesgos heredados.

Hablando de empresa, en esos años, el “management” era ciencia ficción. El único estilo de liderazgo era el «ordeno y mando». El único modelo de referencia existente, el modelo militar.

En los 80, siendo directivo, empezamos a leer a los gurús del momento (Peter Druke, Porter, Tom Peters, etc.) reflexionando sobre sus aportaciones, y aplicando nuevos modelos en la coordinación y dirección de equipos y personas, desconectando de nuestros anteriores referentes y aplicando el sentido común y la psicología.

He sufrido varias crisis económicas y sociales que también incidieron tanto en mi adolescencia como en las posteriores etapas. La primera que recuerdo fue la crisis del petróleo del 73, con consecuencias nefastas para mi familia. Siguió con la crisis energética del 79 al 82.

Posteriormente, a principios de los 90 nueva crisis económica a la que siguieron la del 2007 (burbuja y rescate bancario) que se instaló hasta hoy, agravando más la situación con la pandemia. Y todas, tienen una explicación, «un porqué» que no creo deba ser imputada a la generación estigmatizada como «tapón».

Los responsables son los políticos y sus gobiernos y, todos, tienen nombres y apellidos.

Buscar culpables, es fácil. Detesto la palabra. Somos «responsables» de nuestros pensamientos, palabras y actos. No se me habría ocurrido culpar a mi anterior generación debido a la capacidad de comprensión y empatía al ponerme en su situación, en su entorno, el cual también viví y sufrí.

Culpar, prejuzgar o estigmatizar es una consecuencia de una actitud negativa. Nuestra generación baby boomer, absorvió parte de la mentalidad de la anterior (denominada silenciosa) que sufrieron una guerra civil y una postguerra dura, terrible y, ciertamente triste. Como comentó Hegel, el individuo es hijo de su tiempo. Creo que no sería ético. Subrayar que la moral, juzga y la ética, comprende.

Otra cuestión es cómo restituimos los modelos adquiridos y que, por las diferentes circunstancias, debemos continuar realizando, adaptándonos.

Recordarle al autor que en España, en los años 60, la población era de 30 millones, hoy es de casi 48.

El autor del estigma “tapón” no ha tenido que sufrir las mismas circunstancias que comento y, a buen seguro, habrá pasado otras parecidas, otras diferentes y tampoco se me ocurriría culparle ni estigmatizarle, ya que su generación X, también ha sufrido y provocado cambios importantes, como el inicio y creación del oligopolio de la digitalización que también ha comportado pros y contras (los “role models” cuyo mérito era hacer dinero, el pensamient líquido, etc.). Cada generación presenta contradicciones, al igual que el ser humano. Somos víctimas del sistema y todos somos responsables del mismo. Vivimos en una gran mentira salpimentada por el exceso de neoliberalismo, también generado, en gran parte, por la generación X y que ha repercutido y mucho en las siguientes generaciones, tanto para bien como para mal. «Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra».

Sería absurdo defenderme de algo que no he elegido (año nacimiento), sólo estoy compartiendo un análisis que considero debe hacerse antes de escribir o hablar, valorando las circunstancias y sus consecuencias. No juzguemos, …comprendamos.

La generalización es traicionera por que se basa en una percepción individual. Existen innumerables opiniones generalistas que manipulan, intoxican y polarizan opiniones (que si todos los vascos son…, que si los catalanes…, que si los andaluces…, que si los jóvenes…, que todos los «tal» son…etc.) y siempre con connotaciones negativas. Tópicos típicos, falsos mitos.

Considero que la fusión entre generaciones es enriquecedora. Respetar nuevos puntos de vista, nuevas formas de pensar y diferentes percepciones, amplían nuestro conocimiento, nuestra visión y generan flexibilidad mental haciendo que nos adaptemos más rapidamente. En la mezcla está la riqueza.

De hecho, actualmente, incontables baby boomer ejercen de mentores de las nuevas generaciones transmitiendo su experiencia. «La experiencia nos dice algo que antes no sabíamos y no podíamos aprender, sin haber tenido la experiencia» (Ludwig von Mises).

En la escena de vídeo que acompaño de la película «Rencor», observamos que de un apercibimiento expuesto de forma asertiva y valorando conjuntamente las consecuencias de una acción incorrecta se interiorizan aspectos que una persona novel no hubiera aprendido sin rectificación. Análisis, reflexión y comunicación. Simbiosis generacional. Como decía mi gran amigo Jordi, «yo te rasco, tú me rascas».

Muchísimas gracias por vuestro seguimiento, like’s y apoyo!

*Dedicado a:

Dra. Rosario Pita Diaz Neurologopeda y Gerontologa Clinica en Clínica ACTIVA del Ferrol y a Tania Nicolás Coordinadora del Dpto. de Consultoría-Producción en Conversia

Javier Gay de Liébana

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